Descripción
La historia de Ferrol es apasionante, os invitamos a conocerla.
Sargadelos, a través de su cerámica, reinterpreta esta figura en homenaje a la obra más conocida de Velázquez.
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Sevilla, 1599 – Madrid, 1660), pintó a la Familia Real en el año 1656 durante el reinado de Felipe IV, penúltimo monarca de la dinastía de los Austrias. Hacía más de 10 años (1643) que había tenido lugar la caída del valido Conde Duque de Olivares, y ocho años (1648) del final de la Guerra de los Treinta Años con el resultado de la Paz de Westfalia, cuyas consecuencias para España y el reinado de Felipe IV fueron una clara decadencia. En el año en el que Velázquez pintó este lienzo, el Rey estaba ya muy envejecido y con evidentes signos de cansancio bien demostrado en la obra del mismo autor.
Con el título de La Familia de Felipe IV (donde Velázquez pinta una escena de palacio y representa a la Infanta Margarita con sus damiselas de honor) aparecen en el inventario del año 1794. Más tarde aparece catalogado en el Museo del Prado en 1843 por su director José de Madrazo, con el nombre de Las Meninas, título que tuvo un gran éxito literario y que ha perdurado hasta nuestros días. Dicho título se le puso al cuadro en referencia a dos personajes que aparecen en él y apoyándose en la descripción que hace de la obra el pintor y escritor Antonio de Palomino y Velasco (1653-1726) en su obra Museo pictórico. Cuenta en esta obra que «dos damitas acompañan a la infanta niña, son dos meninas». La palabra «menina» es de origen portugués y es el equivalente a «paje» en femenino. Llamaban así a las hijas de los personajes de la nobleza que entraban en Palacio como doncellas de honor de Las Infantas y las acompañaban en su séquito a todas horas. Sólo recibían este apelativo hasta que les llegaba el momento de la puesta de largo; así pues eran siempre damas muy jóvenes. Otros títulos que aparecen en los inventarios son: La Sra. Emperatriz infanta de España con sus damas y criados y una enana donde se retrató el pintor a si mismo pintando.
Esta pieza decorativa ha sido pintada a mano sobre la porcelana vidriada con color rojo intenso, cociéndose en esta etapa a 800° C (por tercera vez), de ahí que su proceso de producción sea más laborioso.